No te contesto ayer.
No pudiste llamar en la tarde.
Y llamaste en la mañana mientras estaba con mis pas en el cementerio, visitando a mi abuela.
¡Chispas! Estos días no quieren que te hable, amor.
Ganas de decir, ganas de hablar contigo, de escuchar palabras dulces que me hagan sonreir. De poder decirte cosas tiernas que te hagan sonrojar. De un poquito de consuelo para la distancia, alegría para el tiempo lejos.
Todo eso que viene con dos timbradas y apenas cinco minutos al teléfono.
Sé que hablaremos más tarde, que nos diremos todas esas cosas en un momento más, seguramente...
Pero me has faltado, como nunca. Y eso que siempre estás ahí.
Resulta que tu voz es mágica, resulta que me hace sentir muy bien siempre, y me hace dar vueltitas al corazón dentro del pecho, tan sencillo y tan complicado a la vez como se oye.
Te quiero, te quiero, y también te extraño, pero te quiero, y eso es lo importante de todo esto.
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