sábado, 16 de abril de 2011

DESPIDIENDOTE...

Yo creía que despedir a alguien que se va era triste
Definitivamente no es el mejor de los ejercicios, debo decir; sobre todo cuando todo parace conspirar para que no se pueda hacer las cosas en el momento que las quieres.
¡Bah con las dificultades, que hay momentos que de una u otra manera se componen con las ganas de querer!

Sin embargo, creo que no estabas muy feliz. Y me duele mucho pensar que los minutos que me faltaron hicieron que te pusieras así. Mi motivo para estar es que seas feliz, que sonrías y que sepas cuanta falta me haces cuando ni siquiera te has movido de la ciudad, pero sé que te vas.
Nada. No importa la distancia, y eso lo sé porque me gusta pensar -como sabes- que mientras yo espero que regreses, puedo escucharte, o tal vez leerte si te animas a dar una vuelta por algun lugar en donde puedas escribirme un poquito. Me gustaría conocer el sabor de tus letras, envueltas en papel o pulsos electrónicos.
El momento de la espera se repetirá varias veces más, pero es como son nuestras vidas. Así fue que me enamoré de tí: sabiendo que no ibas a estar todo el tiempo por acá, pero que ibas a tener ganas de pensarme un ratito en tus momentos libres, exactamente como hago yo ahora. Imagino que a veces me faltan aún muchas cosas, y que podría ser más cálido y emocionante, para que tengas una sonrisa mientras subes al carro que te traerá de vuelta a la ciudad, a mis brazos y a los momentos que parecen durar apenas un parpadeo y son realmente largos, aunque el amor que está en el aire cuando estamos juntos conspire para hacerlos cada vez más chiquitos.

Te quiero, algo que sabes y me encanta repetir hasta que llene mi boca desde mi corazón hacia tus oidos.

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