miércoles, 27 de abril de 2011

DOS SEMANAS....

Se han pasado volando...
En este ultimo tiempo el tiempo se ha ido distorsionando.
A veces parece muy corto... como cuando hablamos y hablamos y hablamos  y el tiempo se desaparece como si no existiera...
A veces larguíiiiiisimo... como algunas horas de algunos viajes... especialmente las primeras, cuando recién partes; y las últimas, cuando falta un poquito para que llegues.
También las largas horas del día que queda entre tu vuelta y volver a vernos, cuando llegas tarde y cansadita.
O cuando a mi se me va el rato en el trabajo, intentando hacer las cosas mejor de lo que las hago normalmente, o incluso intentando no renegar nada durante el día.
Has escrito en una de tus hermosas cartitas que somos el uno para el otro. ¡Caray! Esa es la chica cursi de la que estoy enamorado. Y creo que es verdad, cada vez que vamos hablando y sabiendo más cosas del otro, me voy convenciendo más de eso.
Me dices en otra que te asustaba un poco idealizar... que es lo mismo que pasaba conmigo durante un tiempo, cuando tejía y destejía en mi cabeza, diciéndome que no era posible, que si, a ratos, y otros ya no tanto. Saber que no era el único de los dos en ese plan ha sido como un dulce para recordar siempre que a veces las cosas más bonitas del amor son las que no vemos, las que van dentro hasta que no se puede más. A medida que nos vamos diciendo y contando cosas, voy comprendiendo mucho más como fue el camino que nos trajo para acá. Y es algo muy rico de saber y comprender, porque me pone sonrisas en el rostro, como a tí.
Porque yo creo que la historia del cómo nos puso sonrisas en la cara.
Sé que la historia que estamos escribiendo a diario, poquito a poco, con llamadas, cafés, sangrías, parques, cigarritos y cartas, montones de ellas, nos va a poner muchas más aun.
Hay cosas en el camino que seguramente se moverán un poquito, y no creo que sepamos aún cuales son. Pero he creído desde el principio que las mejores, las fundamentales, las que están siempre con nosotros no se van a mover jamás.
Quiero que recuerdes, corazón, que eres mi motivo para sonreír; que sepas que no necesito más nada que verte para sentirme feliz, y tranquilo; que nunca olvides que lo más importante de todo siempre será saber que no hay nada del otro que nos perturbe; que la vida y sus cosas, a veces planas, a veces cotidianas, no nos va a quitar de encima este polvo de estrellas que vamos dejando caer poquito a poco, cuando nos abrazamos.
Te amo, y quizá sean dos, pero son las más poderosas palabras del mundo.

martes, 26 de abril de 2011

IR A VERTE AL TERMINAL...

¡Vaya una aventura!

Levantarse a esas horas simplemente para estar contigo unos minutos más. En realidad no debías verme. Sólo al sobrecito forrado en fucsia.
Pero bueno: -y me lo estuve repitiendo todo el rato- la suerte es para los audaces.

Me salí de mi casa tempranito, con el abrigo que no usaba hace mil de años.
Crucé tranquilito la pista para tomar mi combi. La verdad, a esa hora demora lo mismo que un taxi y cuesta la quinta parte, hehehehe.
Llegué a un terrapuerto en plena limpieza, desperezándose apenas del día anterior. Y nadie sabía darme razón de tu bus. Incluso un tipo me aseguró que ambos, 8 y 8.30, ya habían llegado.
Porfió un rato, pero uno aprende con el tiempo a confiar en los counters y no en los empleados del terminal.

Me preguntaban como te verías, y la verdad, sólo atiné a decir que tendrías ojos inmensos y preciosos y una sonrisa grandota y linda.
Me preguntaban porque debía encontrar la manera de poner el sobrecito forrado en fucsia en otras manos, y desaparecer. Así operan las sorpresas.
Pero al final, cuando el bus finalmente llegó, y bajaste primerita y te ví entrar en el Salón VIP... no pude con mi genio.
Y sonreiste, amor.
No preguntaste, ni te hiciste problemas. Simplemente viniste y me abrazaste.

No existió más la mala noche o el sueño quebrado, o el friecito de más temprano. Todo lo reemplaza el olorcito tuyo pegado a mis manos, como siempre.
Te amo, Andrea, y a veces una forma de hacerlo ver es simplemente diciendo el primer hola cuando llegas a la ciudad.

lunes, 25 de abril de 2011

A VECES RESULTA COMPLICADO USAR CIERTAS PALABRAS

Porque te has acostumbrado a temer sus resultados.
Y te ciegas, como sucede cuando te paras delante de una luz brillante.

No queda entonces uno ciego porque la luz sea mala.
Queda uno ciego porque los ojos se vuelven débiles para soportarla.

De alguna manera es lo que me ha pasado. Y no deja por eso de ser verdad que el miedo se haya ido. Hay un momento, creo yo, en que aparecen sus últimas reservas. Y ese momento me sucedió ayer en la noche mientras hablaba contigo.
Enfrenté un momento de reservas inútiles... uno de esos que, como dijiste muestra ciertas "sutiles diferencias".
Y de veras son sutiles, porque lo que más me sorprende siempre es encontrarnos cada punto muy iguales. Sobre todo en estas cosas.

Como en la idea de compartir lo que tenemos. Me has dicho muchas cosas en este tiempo en que ambos hemos dicho muchas cosas. Y hemos dicho cosas serias o simplemente dulces sin dejar de serlo.
Pero esta es una de esas cosas que has dicho que me hacen mover todito. Una de esas que tan sólo pensarlas es grandote y tremendo. Me dice y me ha dicho y me sigue diciendo que no, no nos hemos equivocado de persona.

Aich. Quiero ser esa persona con la que quieres compartir tus cosas para siempre. Porque no me encuentro feliz de otra manera, porque no me entiendo de otra manera otra vez.
Porque sé que estas cosas son las que realmente importan, son las que valen cada minuto de cada momento que no estamos juntos. Y porque son las cosas con las que ambos soñamos alguna vez.

Te dije que las palabras se me estaban empezando a quedar cortas. Pero decirlo ahora sería empezar a mentir. Ya no me caben reflexiones adicionales.
Sé que te amo. Hace tiempo. Y seguirlo disfrazando no lo hará menos visible, ¿no crees, amor?

PS: ¡Eso de que te llevas estos contigo a todas partes fue una de las cosas más dulces que me has dicho desde que te conozco! No sabes como esta mi sonrisa de grande por saberlo...

domingo, 24 de abril de 2011

QUE PIÑA CON LAS LLAMADAS...

No te contesto ayer.
No pudiste llamar en la tarde.
Y llamaste en la mañana mientras estaba con mis pas en el cementerio, visitando a mi abuela.


¡Chispas! Estos días no quieren que te hable, amor.
Ganas de decir, ganas de hablar contigo, de escuchar palabras dulces que me hagan sonreir. De poder decirte cosas tiernas que te hagan sonrojar. De un poquito de consuelo para la distancia, alegría para el tiempo lejos.
Todo eso que viene con dos timbradas y apenas cinco minutos al teléfono.
Sé que hablaremos más tarde, que nos diremos todas esas cosas en un momento más, seguramente...

Pero me has faltado, como nunca. Y eso que siempre estás ahí.
Resulta que tu voz es mágica, resulta que me hace sentir muy bien siempre, y me hace dar vueltitas al corazón dentro del pecho, tan sencillo y tan complicado a la vez como se oye.
Te quiero, te quiero, y también te extraño, pero te quiero, y eso es lo importante de todo esto.

sábado, 23 de abril de 2011

NO SABIA LO QUE ERA EXTRAÑAR...

... hasta hoy.

Con todas las cosas que han pasado, y ya te contaré, no se hizo más fácil el día.
Ha sido largo, sin mucho más que medicinas y conversaciones de médicos, aunque pronto comenzarán los resultados. Entretanto, descubro que llamaste sin que respondiera, y encuentro mensajes tuyos que no pude contestar.

Y como nunca, por no haberte oído, te extrañé en serio, con esa nostalgia que te pone un poquito triste, por primera vez.
No tenía idea de lo difícil que era. Siempre tuvimos una u otra forma de hablarnos, que era -es y seguirá siendo- bastante bueno para paliar la ausencia. La de ambos. Ahora no, y es aun incierto si podrás llamar o no más tarde.
Esta vez si sentí que no estabas, y me dolió. Mucho más de lo que imaginé.
Sé que es un dolor, por circunstancial que sea, que no quiero volver a sentir.

De repente te parece demasiada cosa por un día lejos. Pero apenas una hora ya es demasiado si no sé de ti ni un poquito.
Así es esto. Yo sabía, y sé que pasará alguna vez más. Pero esta es la primera, y tenías que saber que este Maltés tuyo, que te quiere más de lo que imaginas, o pensaba él mismo, te extraña, te añora, siente que le faltas, aunque sea que estés a un día de distancia entre una llamada y otra más.

Te quiero, como siempre, como cada día, un poco más porque se puede, porque me dejas, porque sé que es así....

viernes, 22 de abril de 2011

EL SEGUNDO VIAJE SE ME HACE TAN CERCANO...

Apenas llegaste a la ciudad, apenas nos vimos...
Y ya tenías que partir de nuevo. Pero bueno, no es algo que no supiéramos, mi amor.
Con todo, digo con total honestidad que no me importa la distancia... aunque la verdad es que me dan unas ganas terribles de que no exista, que siempre estés aquí, que no tengas que partir a ninguna parte.
¡Que cosa! Mientras hablamos por teléfono se me hacen más cortas las tardes y las horas se me pasan muy muy rápido. Bendito sea, es verdad, pero más aún nuestras lenguas ágiles e incansables que tienen tanto que decir.
Cada día te siento más tierna, corazón. Y no es que no supiera que podías serlo. En un momento, mientras las cosas pasaban, o iban pasando, empecé a ver las pequeñas cositas que me emocionan tanto cuando suceden ahora.

En algún momento pensé que tal vez sería mucho ponerme a pensar que quisieras pensar en nosotros, en el tiempo que viene. Y también creí que yo no querría. Me pareció que las cosas como nos habían pasado hasta ahora nos habían quitado las ganas de hacer planes. Me descubro sin embargo, feliz de hablarlos contigo. Me siento contento, porque tenemos un tiempo adelante en la cabeza: creo en eso como una señal de futuro.
No tengo miedo del futuro contigo. No a tu lado. Puede que te suene un poquito exagerado, pero me siento tan confortable... tan querido... es una buena sensación. Pero bueno, el futuro por ahora es tu siguiente llegada a la ciudad, y un vuelta juntos por cualquier parte. De hecho un picnic que se me antoja delicioso.
(Ya sé, esa es una palabra que uso mucho. Paciencia, amor: el vocabulario se ampliará.)

Empiezo a hacerme una idea acerca de las horas en que llamarás, y te extraño cada minuto que demoran a veces un poquito más -pero así es el trabajo. Una cosa: tú me dices que te parece que a veces te aguanto muchas cosas por el trabajo: tú ya las has soportado del mío, corazón. Nuestros empleos pueden ser un poco ingratos, lo sé. Pero sé que somos valientes, sé que nos queremos más de lo que parecía en un principio.
Eres un poco lo que no sospechaba. Estoy empezando a descubrir a una mujer un poquito diferente a como la imaginé en un principio. Sé que lo fundamental no varía, pero hay cosas que no me esperaba. Y todas son buenas. Todas hacen que me enamore un poquito más cada vez.


Aich. Tan solo uno. Un post nada más. Vienen más, cielo, preciosa, niña de zapatitos rojos. Hace unos años hubiera dicho suerte por tenerte en mi vida. Pero ésto, lo que sucede ahora, poco tiene que ver con la suerte.
Ambos quisimos ponernos por encima de las cosas que nos retuvieron antes. Ambos nos jugamos por esto. Y creo, con una gran sonrisa, que ambos estamos recibiendo exactamente lo que esperabamos.
Felicidad. 

martes, 19 de abril de 2011

UNA SEMANA...

Hace siete días, corazón, empezamos la mañana unos minutos después de lo que pensamos. Pasa a veces, pero con todo, fue un día que estaba hecho para recordarse.
Recuerdo -saltándome a la mitad del día, en el paradero de siempre- haberte dicho que iba a ser una dia de los que me gustaría repetir una y otra y otra vez. Y también que me viste un ratito de una manera que me dejó atolondrado, mientras me decías...
El día todavía no termina.

Tenías razón. Aún no termina. No ha hecho más que comenzar. Aún hay muchas cosas por decir, más cosas por pensar y hacer.
Aún no termina el día.

Hacer que cada día sea el primero es una manera de tener siempre en la mente las razones en las que todo se fundó, la forma en que llegamos hasta este lugar. Ese en el que te emocionas porque digo dos cosas, y me hace apoyarme en los muros cuando me dices dos de vuelta.

Esto era, ¿verdad?
Lo que esperábamos. Eso de lo que hablamos alguna vez una de las noches de llamadas largas, de horas y horas hablando. Ratos tiernos, palabras dulces. Un romance cursi, de película cursi.
Y sé que apenas estamos comenzando, y que las cosas se ven diferentes en la óptica de los primeros días, Y puede parecer muy inocente, y todo eso.
Pero creo que es algo que nos merecemos: una tregua, algo que nos de un respiro, después de los malos tiempos, luego de las complicaciones gratuitas. Un poco de paz de color rosa.

Te quiero. Esas dos palabras iluminan nuestros días. Necesitamos oírlas y pensarlas, y ¡mira como son las cosas, están ahí para tomarlas, tan simple como eso! Tan simple como decirlas, una tras otra.
Pero lo suficientemente importantes, tan tremendamente trascendentales que nos tomamos casi medio año para ser capaces de hacerlo.

Te quiero, corazón, amor, preciosa princesa de zapatitos rojos. Y yo sé que apenas han pasado siete días, aunque en realidad ha sido tan sólo uno...
¿Recuerdas?
El día todavía no termina...

domingo, 17 de abril de 2011

UN LINDO DOMINGO, QUE POR UN LADO ES EL PRIMERO...

Y por el otro, pues es un domingo que sigue a todos los otros domingos...
Hace muchos domingos que nos tomamos un tiempo para hablarnos. Son los suficientes como para preguntarme a veces si han existido domingo en que no estuvieras.
Suena cursi. Soy cursi. Muchas de las cosas que nos decimos por teléfono cada noche desde hace un tiempito serían suficientes para ocasionarle un shock de glucosa a cada diabético del mundo.
En algún momento llegué a pensar que había demasiadas cosas que no podía decirte, porque no sabia lo que pensarías si las oyeras, o leyeras. Algunas están ahí, puestas en cartas sin terminar, que leerás igual porque son tuyas. Pero tengo que admitir que eran las cosas que tenía atracadas en la garganta y en la mente, las que me hacían pensar que no podía seguirte escribiendo sin ser completamente honesto, o tratando de esconderlo.
Resulta que ahora nuestra conversación está invadida de esas cosas. Aparentemente sin importancia, sin la trascendencia de saber de donde venimos y a donde vamos. Pero fundamentales.
Las que hablan de cariño, de contento; las que hacen sonreír junto a la certeza de lo que existe, incluso cuando no se pronunciar. Las que están en esa llamada, cuando me doy cuenta que sonríes aunque no esté a tu lado.
Me gusta escribirte un mensajito en la mañana, para comenzar el día, amor.
Pero es mucho más importante que todos los mensajitos del mundo juntos en un solo lugar saber que, igual que yo, esperas que suene el teléfono con alegría. Que no debemos temer a una llamada, que hemos vuelto seguras todas estas cosas.
Te quiero, y eso seguirá diciéndose en el próximo mes de llamadas telefónicas y mensajes de texto. Lo importante será -como siempre- que sabemos que tras cada una de esas palabras hay un corazoncito recién sanado, dispuesto a sentir mucho, mucho más.

Te vuelvo a querer.

sábado, 16 de abril de 2011

DESPIDIENDOTE...

Yo creía que despedir a alguien que se va era triste
Definitivamente no es el mejor de los ejercicios, debo decir; sobre todo cuando todo parace conspirar para que no se pueda hacer las cosas en el momento que las quieres.
¡Bah con las dificultades, que hay momentos que de una u otra manera se componen con las ganas de querer!

Sin embargo, creo que no estabas muy feliz. Y me duele mucho pensar que los minutos que me faltaron hicieron que te pusieras así. Mi motivo para estar es que seas feliz, que sonrías y que sepas cuanta falta me haces cuando ni siquiera te has movido de la ciudad, pero sé que te vas.
Nada. No importa la distancia, y eso lo sé porque me gusta pensar -como sabes- que mientras yo espero que regreses, puedo escucharte, o tal vez leerte si te animas a dar una vuelta por algun lugar en donde puedas escribirme un poquito. Me gustaría conocer el sabor de tus letras, envueltas en papel o pulsos electrónicos.
El momento de la espera se repetirá varias veces más, pero es como son nuestras vidas. Así fue que me enamoré de tí: sabiendo que no ibas a estar todo el tiempo por acá, pero que ibas a tener ganas de pensarme un ratito en tus momentos libres, exactamente como hago yo ahora. Imagino que a veces me faltan aún muchas cosas, y que podría ser más cálido y emocionante, para que tengas una sonrisa mientras subes al carro que te traerá de vuelta a la ciudad, a mis brazos y a los momentos que parecen durar apenas un parpadeo y son realmente largos, aunque el amor que está en el aire cuando estamos juntos conspire para hacerlos cada vez más chiquitos.

Te quiero, algo que sabes y me encanta repetir hasta que llene mi boca desde mi corazón hacia tus oidos.

viernes, 15 de abril de 2011

TARDE DE CINES, CON FRIO Y MUCHA MANTEQUILLA...

No es la primera vez que vamos de cines, preciosa zapatitos rojos...
Pero si la primera asi, juntos, abrazaditos y más contentos que nunca.
Me pregunto si éste pedacito de la red, tuyo y mio, puede de alguna manera reflejar con justicia las mil cosas que estuvieron dentro mio en esta tarde de cines.
La verdad es que poco a poco mi cuerpo se va enterando de lo que pasa entre nos. Pongamos que se está esparciendo, como un montón de hormiguitas llevando azúcar, por cada célula. Un momento: en realidad ya estaba yo lleno de todo esto... ¡Caray!
Debo admitir entonces que siempre había espacio para más.
Te lo describiré un poquito: es un cosquilleo cuando pienso que llega la hora y vamos a encontrarnos; como cuando mandas un mensajito de texto en la mañana y me preguntas si puedo verte un instante. Me siento contento mientras veo los minutos pasar en una esquina, y sé que en algún momento vas a aparecer caminando por la vereda de tantas veces.
Es sentirme el hombre más querido del planeta cuando te estrechas a mi brazo en medio de la película. Y que cuando me miras y preguntas en que pienso, o por qué tengo esa miradita, sabes perfectamente que es en tí, en lo que alguna vez oí llamar "preciosos intangibles".
No encuentro palabras para describir esos.
Sé que están a ritmo, uno tras otro, abundando cada día, acompasados a los latidos de ambos, entrelazados, haciéndose a la idea de acompañarse, de estar juntos.
Porque nunca fue tan verdad que te llevo debajo de la piel.
Te quiero, sé que me quieres... ¿falta algo más?
Si, falta Frank... hihihi

jueves, 14 de abril de 2011

TARDE DE CAFÉS, POCO ANTES DEL VIERNES...

Un día con sorpresas ha sido este, corazón, cielo, cariño, amor.
Las palabras simplemente van apareciendo, como florecitas en un parque.

Y vendrán más, y más cada día, de las que simplemente nos ponen tiernos, y de esas que hacen temblar.

Y me llamas para decirme que andas cerca de mi trabajo, y lo haces con una voz que sonríe tanto que puedo imaginarte haciéndolo. Sonriendo grande, feliz y resplandeciente.
Obviamente no tengo culpa de lo último; lo haces por tí misma, una de esas cosas que tanto tanto me gustan de tí.
No sabes las ganas que sentí de estar ahí. Por eso apenas pude, salí corriendo a verte, durante ¡una hora! que parecían quince minutos. 

El tiempo siempre pasa muy rápido cuando estamos juntos. Y eso es delicioso, aunque un poquito cruel, porque siempre parecerá mucho menos de lo que realmente es.

Excepto cuando nos besamos. Entonces el tiempo cambia por completo: se estira, se estrecha, a ratos simplemente desaparece. Y ahora mismo, cuando pienso en lo que siento cuando estamos así de cerca, tan cerca que respiramos al ritmo, vuelven a revolotear miles de mariposas, silenciosas pero alborotadoras,que me hacen pensar cada vez más en cuanto te quiero.
Como si cada día fuera la primera vez. Como si acabase de notarlo. Como si tuviera apenas 15 años.
No esta malo tener 15 de nuevo, Andy, no cuando tengo tu linda sonrisa y tus ojitos entornados, y esa vocecita suave, de susurro, que te sale no se exactamente de donde pero me da justo en el centro de eso que pensamos que es el corazón, pero no sé muy bien que sea.
Sé lo que produce, eso si. Y es que sienta cada día -no desde el 12 únicamente, sino cada uno desde hace mucho tiempo- que cuando sucediera, cuando finalmente estuviéramos juntos y llegara el ahora, había que esperar que fuera así. Tremendo, impactante, e igualmente suave y simple.
A mí me acelera el corazón pensarte, amor. Pensarte como amor, desde el amor, hacia él. Hacia el día siguiente, que siempre resultará como el primero. Hagamos que siempre sea como el primero, que siempre podamos emocionarnos simplemente con vernos, que nuestros problemas y cosas y asuntos no se vengan encima de esto, que costó y vale tanto.

Te quiero, más de la cuenta, pero siempre menos que mañana...

miércoles, 13 de abril de 2011

12 DE ABRIL, CERCA A LAS DIECIOCHO...

Todo lo que tenía imaginado se quedó corto, amor.
Cada palabra, cada idea, cada cosa que había soñado, pensado y repensando en largas conversas al teléfono mientras estabas lejos, o en noches interminables, ahora son ciertas.
Y sé -vaya que sé- lo dulces y brillantes que pueden ser tus besos, uno tras otro, como una cinta cubierta de perlas.
Y lo bien que se siente saber, sin dudas, sin miedos, sin otra cosa que sonrisas, que alguien a quien has querido tanto tiempo, a quien has buscado silenciosamente, a quien soñaste y esperaste, ha hecho a un lado mil cosas, y está por fin contigo, tan cerca que parecen uno solo.
Nunca más en la silla del frente -aunque a veces podría suceder, hihihi- nunca más una miradita velada para luego hacer huir mi par de ojos para que no te des cuenta de cuánto te miro. Nunca más una mano pensando en coger la tuya sin saber si la quitarás de pronto.
¿Sabes? Sentir mientras te beso un suspirito de cuando en cuando, como me estrechas, como me miras... ¡Dios! Ahora sí estoy que tiemblo... en algún momento, y lo sabes, pensé que no sentías nada por mí. Cuando empecé a ver entre líneas, en las cosas que me dejaste ver hace unas semanas, sin embargo, empecé a darme cuenta no sólo de que sí había -definitivamente hay más de lo que imaginé, y eso me trae de vuelta y media- sino que eras más tierna y dulce de lo que imaginé alguna vez.
Me decía a veces: "mataría por que fuera así, o asá", las cosas que uno se dice de vez en cuando mientras deja volar la imaginación... yo tuve un rato de esos sobre ti. Más de uno, en realidad. Esos ratitos en que no quieres tener en la cabeza nada ni nadie más que esa persona. Nadie más que a tí...
Creo que son los momentos en los que te enamoras... profunda, silenciosa, calladamente. Y de veras, a veces idealizas a la persona, y piensas luego, en los momentos más "cuerdos" -vil, vil mentira esa de la cordura- que puedes estarte exagerando la figura, y que no puede ser así... ¡mentira! Quien piense eso puede ponerse en mi piel ayer, de cabo a rabo y decirme si no siente que se estremece.
Ahora viene la realidad, lo que sabíamos que vendría: el trabajo y la distancia, y creo que de alguna manera nos da algo de miedito... 
Y me vino una idea a la cabeza... si me dejas decirlo así, nos enamoramos de lejos, tu a un lado, yo al otro, por llamada telefónica, por mensaje de texto, tú en otra parte, en tu camita, haciendo mazamorras por teléfono, hablando conmigo mientras estaba enfermo, en Chivay, en Camaná, en el Cusco, en Lima, en la carretera, en un matrimonio...
Ya sabemos de distancia, de tiempo lejos, de nostalgia... y no sólo sobrevivimos. Aprendimos a querernos en el camino. Sé que vamos a hacerlo más grande, y más bonito, y más tierno y entrañable. Y veremos que la distancia puede acortarse, y los tiempos hacerse estrechos cuando pensamos que alguien espera que cada noche, en cualquier lugar, el otro duerma con una sonrisa más grande que cualquier carretera, y cualquier separación.

Me has curado el corazón, Andy. Lo has curado.

martes, 12 de abril de 2011

ESTABA DETENIDO EL DUENDE DE ESCRIBIR...

Y si, lo estaba, hasta anoche y esta mañana...
No se trata únicamente de lo que me dices, de lo que me dijiste...
Se trata simplemente de lo que me haces sentir. De lo que haría sentir a cualquiera saber lo que sabemos el uno del otro. No las cosas lindas que pueden suceder entre dos que se quieren.
Las duras, las malas, miedos y temores. Las cosas que normalmente habría que guardar muy adentro, esas que espantan y hacen que la gente diga siempre no.
Pero hay un sí en mi cabeza.
Si... te quiero, y no necesito explicártelo. Es simple. Vino, y decidió quedarse en este barrio, que estaba seco de las peores formas, porque quise. Porque quisiste..
Si... hay seguramente muchas dudas en medio. Y no es que se puedan solucionar todas juntas en una tarde linda de cafés. Las dudas necesitan tiempo para abrirse, y tiempo para dejarse estar...Y se abrirán.
Sé que en estas cosas nos hemos caído, y que el suelo no era parejo, y ha dejado marcas para ambos. Pero creo que precisamente por eso no habrá daño entre nosotros, porque sabemos lo que duele, y no quisieramos más de él. Ni procurarlo a nadie más.
Es simple, al menos en mi cabeza.
En otro lado, simplemente más rojito y antiguo que este, te dije que había un camino que podemos andar juntos.
Quiero que veas mi mano, tendida hacia ti, ahora mismo.
¿Quieres hacer esta parte del viaje conmigo, preciosa?
No existe nada que pudiera hacerla mejor. Ni nadie.