Es una forma de decir, nada más.
Porque no me preocupo por las cobijas, no únicamente.
Me sale de adentro preguntarte como estás, y preocuparme por saber si esa tos molestosa se ha ido.
Siento ganas de -y en efecto sucede- decirte ¿qué haremos con... la gripe, el cansancio, el sueño, la tos o las cuentas?
Me duele que te duela, y siento frío en las noches de Puno. Quiero abrazarte y acariciarte y recordarte que éste corazón late al ritmo del tuyo, que nunca estás sola, que siempre me tienes.
Sí me preocupo por las cobijas; pero también por la carretera, las lluvias, los aviones, las huelgas,las marchas y contramarchas, lo largo de los viajes, las noches en Amantani, el bugui en Nazca y el largo viaje hasta Uyuni.
Me gusta que sepas que cada cosa que te sucede es importante para mí. Que ni uno solo de tus días pasa por el costadito; y que aunque esté cansado y con ganas de tirar todo, siempre será tu voz, cinco minutos o dos horas, la que me hará sentir que ha valido la pena.
Te amo, preciosa. Y eso sería todo.
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